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lunes, 1 de mayo de 2017

El desafío de las lesiones deportivas

Todos los que hacemos actividad física o practicamos algún deporte corremos cierto riesgo de (en algún momento de nuestra vida) lesionarnos. Pero salvo lesiones graves, esto no tiene que verse como algo negativo, sino como parte del proceso de aprendizaje deportivo.

¿A qué me refiero? A que un deporte una lesión puede verse como la oportunidad de mejorar en cuanto a la aplicación que hacemos de nuestro cuerpo para el deporte que practiquemos. O, dicho con un ejemplo, una cosa es correr normalmente y otra hacerlo con un esguince leve de rodilla: en este último caso uno tiene que adaptar su estilo o su técnica momentáneamente a la lesión, para finalmente poder doblegarla.

Esta adaptación, que puede verse como una pérdida de tiempo o una molestia, es también una forma de mejorar la actuación de nuestro sistema nervioso, y sus respuestas ante una variación de lo que podríamos llamar nuestra "configuración motora". Se ve más claramente este efecto cuanto más complejo es el deporte: es decir, cuanto más hay que "pensar" o "reaccionar" ante variables o cambios.

Aunque podríamos tomar muchos deportes "complejos" (psicomotrizmente hablando) como ejemplo en los que la adaptación de una lesión implica incluso un progreso técnico a largo plazo (como en cualquier deporte de equipo, deportes de invierno o deportes al aire libre), vamos a tomar a las artes marciales o deportes de combate.

Porque en ellos se ve claramente que una cosa es luchar pudiendo utilizar plenamente las cuatro extremidades, y otra hacerlo sin poder mover bien un brazo, por ejemplo. Es cierto que teóricamente se estará en "desventaja" frente a un rival si se está lesionado, pero aquí no estamos valorando lo que una lesión aporta competitivamente hablando, sino lo que aporta a la habilidad del deportista a mediano plazo, después de haberse recuperado de dicha lesión.

En otros deportes menos complejos, en los que las variables externas (medio en el que se mueve, rival contra los que se enfrenta, etc.) son prácticamente constantes -o no influyen- como puede ser el atletismo, el ciclismo o la natación, el beneficio de las lesiones como desafío motriz es bastante menos palpable. Sin embargo, muchas veces, el fortalecimiento de esguinces -por ejemplo- implican un proceso de rehabilitación en el cual se utilizan ejercicios para mejorar la propioceptividad (lo que podríamos traducir como las adaptaciones automáticas del cuerpo para no perder el equilibrio) y la flexibilidad, lo que puede dar como resultado final el que la articulación lesionada y el cuerpo del deportistas en su conjunto terminen (una vez recuperados) más fuertes, diestros y menos propensos a las lesiones que antes de la lesión.

Una lesión, en definitiva, puede ser una oportunidad para superarse, para "supercompensarse" tras un "bajón" físico. O dicho con una famosa frase "Lo que no te mata te hace más fuerte". Eso sí, todo depende de la voluntad que uno aplique para salir de la lesión, o transformarla una ocasión para mejorar. Y sin olvidar que no todo daño deviene necesariamente en fortalecimiento o recuperación.