Durante la
construcción de Dragón del Sur Dojo, al llevarla adelante
principalmente con mis propias manos, me di cuenta de la diferencia
entre "difícil" y "trabajoso", distinción que
se aplica a las artes marciales. El desconocer esta distinción
quizás sea la causa de que la mayoría de las personas que empieza a
practicar un arte o una ciencia se quede en el camino...
En una oportunidad,
cuando estaba cavando uno de los tantos pozos y drenajes necesarios
para hacer la salida de aguas y cloacas del dojo, respetuosa con el
medio ambiente (cero contaminación del suelo y las napas freáticas,
ya que cuenta con un biodigestor y un sistema de división de aguas
sanitarias para su posterior tratado) me preguntaron qué tal iba, y
yo contesté "ya está lo más difícil, ahora queda ´solo´
parte de lo más trabajoso"...la persona se alegró, pensando
naturalmente que, superado lo difícil, el resto era "pan
comido"...pero he aquí el error...a veces la tarea de comerse
el pan, si es duro, puede ser lo que te deje en el camino...y de
hecho, en mi experiencia, es lo que la mayoría de las veces ocurre:
superadas las dificultades, se acumula un déficit de trabajo que
termina dando por tierra con la mayoría de los proyectos, sueños o
ambiciones que las personas se proponen.
Lo difícil
constituye un problema del cual no conocemos la solución, pero una
vez que, eventualmente, lo resolvemos, el problema desaparece. Por
otro lado, cuando tenemos una dificultad a resolver para la cual
conocemos la solución, de relativa sencillez, pero que implica gran
esfuerzo (y normalmente, mucho tiempo) tenemos ante nosotros algo
trabajoso.
En el ámbito de las
artes marciales (y quizás, en el de toda arte y ciencia) sin
voluntad, de nada sirve el talento. Voluntad implica aquí
constancia, la capacidad de realizar un esfuerzo sostenido en el
tiempo, una "carrera" de resistencia, donde "picar en
punta" de poco sirve, como en la fábula de la libre y la
tortuga (con la diferencia de que no corremos contra nadie, ni contra
nosotros mismos).
Eventualmente uno
puede superar la complejidad de una técnica artística marcial o de
cualquier tipo, eso está al alcance de casi todos con dedicarle un
mínimo tiempo suficiente. En el caso de las artes marciales o los
deportes, considérese que el cuerpo humano está hecho para mejorar
coordinativamente con que prestemos un poco de atención
(psicofísica, que no consciente) y apliquemos repetición. Sin
embargo, superadas las dificultades técnicas, queda lo
trabajoso...siendo más correctos, la práctica, que no es algo
posterior a dicha superación, sino condición necesaria y suficiente
para ello. Práctica (keiko) que no considero se pueda equiparar al
"trabajo", pero que tiene en común con un trabajo el que
requiere constancia y esfuerzo (y no tiene en común el hecho de ser
remunerado en dinero, o que dejaríamos de hacerlo si no lo fuera,
que estamos obligados por las circunstancias económicas a hacerlo,
que puede incluir tener un jefe, etc.).
El hecho es que la
mayoría de los candidatos a artistas marciales empiezan a practicar,
y superadas algunas dificultades coordinativas y técnicas (incluso
conseguido el tan preciado cinturón negro), desisten en continuar la
práctica, quedándose con una idea y una percepción muy lejana del
horizonte que podrían llegar a rozar si continuaran superando lo
trabajoso día a día.
Lo mismo se aplica a
los estudiantes universitarios, por poner otro caso (son pocos los
países del mundo donde la mayoría termina las carreras que
empieza). A su vez, una primera minoría, hacen algo intermedio entre
continuar esforzándose todo lo posible y dejar la práctica: toman
por el camino de la mediocridad, el de conformase con poco, el de
sentirse o admitirse como “inferiores” de la segunda minoría, de
los que buscan la excelencia. No sabría decir si es mejor abandonar
que ser mediocre en un arte...pero sin duda creo que ninguna de las
dos cosas es deseable si se quiere auténticamente seguir una vía de
autosuperación.
Uno realiza la
conexión complicada de unos tubos de drenaje, y dice "listo, ya
pasó lo difícil". Sí, lo difícil es aquello que
creemos que no podremos superar aunque tengamos tiempo
ilimitado...pero de un instante a otro "¡zas!" "¡eureka!",
¡lo logramos! Lo que parecía imposible se hizo posible. Con la
consecución de técnicas complejas puede sentirse algo similar: de
la nada a todo en un momento.
Luego, lo
trabajoso, es aquello que sabemos que podemos hacer si le
dedicamos el tiempo y esfuerzo suficiente...mucho tiempo, y mucho
esfuerzo: hay que cavar y cavar, palear y palear por días, meses,
soportar dolores de espalda, de hombros, del cuerpo entero...sí, lo
haremos, lo haremos...pero cuesta y finalmente, cuando uno mira a los
costados, con el paso de los años, la mayoría de los que nos
acompañaban ya no está ahí...algunos cambiaron de gustos, pero
otros simplemente moldearon sus circunstancias para evitar lo
trabajos, superando en la vida alguna que otra dificultad momentánea,
continuando muy esporádica -mediocremente- con la práctica, pero
nada más.
De tal forma, un
artista marcial de verdad (como cualquier otro artista de genuino)
quizás se caracterice, entre otras cosas, por afrontar dificultades
y trabajos de largo alcance. Aquellos en los que no se ve el final
del túnel o el horizonte durante gran parte del camino. Tareas que
implican incertidumbre en su final consecución -si es que la
tienen...- porque cuando se logra ver, se aprecia (curiosamente, con
alegría) que algunos horizontes son inalcanzables...y resulta que
terminamos disfrutando del "DO" y nos damos cuenta que el
horizonte o la luz no era el “objetivo”, que no estamos en un
túnel y ya, desde el primer momento, esa luz brilla iluminando cada
paso de nuestro camino, mientras nos movemos hacia adelante.
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